Comentario comparado. Comunidad Autónoma Vasca. 2016

Comentario comparado. Comunidad Autónoma Vasca. 2016

El comentario comparado es una práctica muy común en el ámbito académico que, sin embargo, va ganando adeptos en las pruebas de acceso. El opositor medio afronta con cierta desconfianza este tipo de ejercicios y suele caer en la trampa de un doble comentario. No obstante, el comentario comparado no es un doble comentario. Esta semana desde el equipo de Opohispania analizamos en profundidad cuáles son las claves de este tipo de ejercicio, y abordamos el propuesto en el concurso oposición de la comunidad autónoma vasca en el año 2016.
En esta propuesta se nos presentan dos documentos: el primero es un fragmento del memorial Olivares fechado en 1624 y dirigido al rey Felipe IV. El segundo es un fragmento del Decreto de Nueva Planta que abole los fueros de Aragón y Valencia firmados por el rey Felipe V.
Aunque de temática aparentemente dispar, estos dos textos han sido propuestos con el objetivo de analizar una cuestión esencial: el ordenamiento y la gestión de los territorios de la corona en diferentes periodos históricos. De fondo subyace en ambos una idea matriz conectora, la capacidad manifiesta (o no) de unificar la estructura territorial de la corona hispánica en aras de una mayor gobernabilidad. Para el caso del memorial Olivares esta idea es aún incipiente, y el valido del rey plantea en su documento un proyecto basado en la “Unión de Armas”. Dicho proyecto abogaba por una participación proporcionada de los territorios de la corona en las empresas de esta. Especialmente en materia fiscal y militar. Sin embargo, el fragmento elegido habla de una suerte de escenarios hipotéticos en los que el monarca pudiere hacer efectiva esa unidad integrando los territorios en el reino de Castilla (matriz desde la que pivotan las grandes empresas imperiales). Curiosamente, uno de los escenarios pasa por la intervención militar en dichos territorios para proyectar dicha unidad en el contexto de un casus beli. Una curiosa coincidencia si analizamos el segundo documento. Y es que en este fragmento el monarca Felipe V deroga los fueros de Aragón y Valencia con el objetivo de integrar estos territorios en la corona de Castilla en el marco de su proyecto reformista de la monarquía hispánica. En efecto, el argumento base para tan polémica medida es el derecho de conquista. Dado que dichos territorios caen en rebelión en el contexto de la Guerra de Sucesión, la conexión de ambos documentos llegados a este punto es evidente: el casus beli del que hablara Olivares en su memorial de 1624, se cumple como si de una profecía se tratara bajo el mandato del monarca francés.
Resulta interesante recordar que las opciones para unificar la gestión territorial de la monarquía en tiempos de los Austrias no fueron pocas. Con el desenlace de la Revolta catalana las tropas del monarca Felipe IV restauraron la autoridad real en Barcelona, y lejos de modificar el statu quo vigente (de una corona varios reinos), el rey Felipe IV prorroga los fueros catalanes en un gesto de gracia con sus súbditos. Antes que él Felipe II, en plena rebelión en Aragón en defensa de la independencia del Justicia mayor del reino, decide mantener los fueros del reino tras sofocar con las armas la revuelta. Tanto el hispanista Geoffrei Parker en su biografía de Felipe II, como el historiados González Antón en su obra España y las Españas plantean en varias ocasiones que la naturaleza federal de la monarquía de los Austrias se asentaba sobre el convencimiento de la pluralidad de los territorios gobernados. Este modelo de gestión será cuestionado en multitud de ocasiones a lo largo de los siglos, aunque nunca fue derrocado. No será hasta la llegada de los Borbones cuando una nueva visión de la corona se imponga. Su centralismo de corte francés chocará con las instituciones plurales y la compleja organización del Imperio. Y, como vemos en el texto, la Guerra de Sucesión supone una oportunidad única para reformar por la vía de la fuerza un modelo territorial que, aunque longevo, se mostraba caduco para su visión del gobierno en pleno siglo XVIII.

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