¿Por qué y cómo se puede afrontar con serenidad en las oposiciones la prueba de comentario? ¿Cómo actuar el día D?  (6)

¿Por qué y cómo se puede afrontar con serenidad en las oposiciones la prueba de comentario? ¿Cómo actuar el día D?  (6)

Llegamos a la sexta entrada de la serie que estamos dedicando a la prueba del comentario de las oposiciones de Lengua Castellana y Literatura. En anteriores artículos hemos tratado sobre su importancia,  sobre la necesidad de mostrar una buena comprensión y expresión escrita, sobre la necesidad de tener un buen temario para prepararla o el aprendizaje de la técnica de comentario. Hoy trataremos sobre cómo actuar el día D.

Una prueba decisiva en las oposiciones

Se trata de un día decisivo, de la prueba más imprevisible de las oposiciones y además la que tiene un porcentaje más alto de suspensos, por lo que es bastante normal que la mayoría de los opositores acudan a ella con temor y nervios. Esto es normal. Todos los que hemos pasado por ella (yo lo hice en siete ocasiones) lo sabemos. Una de las claves, precisamente, es estar acostumbrado a sobreponernos a esa tensión. De ahí la importancia de tener una buena preparación como ya hemos dicho en entradas anteriores, donde vivamos esa tensión anticipadamente en simulacros lo más parecidos a la realidad, de forma que aprensamos a sobrellevar la tensión y a repartirnos el tiempo.. 

Tener un plan previo

Es importante además tener un plan previo. Lo normal (digamos que un 75% de las comunidades) es que se repita la estructura del ejercicio. El examen lo pone el presidente del tribunal número 1 y es bastante habitual que esta persona goce de la confianza de la Administración y repita varias convocatorias y plantee ejercicios similares. Si se da esta circunstancia, debemos tener claro cómo contestar los textos y si hay varias opciones, debemos tener claro cuáles vamos a hacer y cuáles no. Por ejemplo, hay personas que no quieren hacer el comentario filológico y otras que prefieren el sintáctico. La elección del plan de actuación debe estar prevista con anterioridad y haberse reflejado en nuestra preparación. No tiene sentido dedicar mucho tiempo al filológico si lo vamos a esquivar.

No desanimarse si hay cambios en las pruebas de las oposiciones

Pero atención, porque hay veces que las pruebas cambian de un año para otro. Podríamos decir que una quinta parte de los exámenes de oposiciones cambian. Es por esto que los cursos de Opohispania son generales y preparan para cualquier tipo de comentario posible, de forma que si aparece una variante que no estaba prevista podamos reaccionar adecuadamente. Si esto ocurre, no hay que desanimarse. Hay que actuar con sentido común, leyendo atentamente la pregunta y, sobre todo, pensar que el resto de las personas lo va a pasar peor que nosotros pues su preparación no es tan amplia. Es decir, darse cuenta de que esa circunstancia encierra elementos positivos que pueden ser los que nos den la plaza.

Elegir de forma correcta las preguntas y los textos

Si es posible la elección, pues hay variantes en el ejercicio, debemos primero elegir las preguntas y luego los textos. Ambas cosas han de hacerse por exclusión. Es decir, lo primero es evitar las preguntas que no sepamos contestar. Si no comprendemos totalmente una pregunta, podemos consultar al tribunal para que nos aclare: No hay que tener temor en este sentido. Son personas que han pasado la oposición y saben de nuestra tensión. Son buenas personas e intentarán ayudarnos. Para eso están. 

Después hay que elegir los textos

Una vez que hayamos excluido estas preguntas, debemos atender a los textos relacionados con cada una de ellas para ver qué juego nos pueden dar. Es decir, si se nos pregunta, por ejemplo, sobre la polifonía en un texto dado (y dominamos la pregunta), pero al leer el texto no somos capaces de encontrar los elementos de la pregunta en el mismo, debemos evitar ese texto. Es decir, para que el comentario vaya bien debemos sabernos la pregunta y saber aplicarla al texto que se nos ha dado. Si esta circunstancia positiva se da con varias preguntas, elegiremos el ejercicio donde pensemos que vayamos a brillar más. Y eso aunque creamos que lo va a hacer mucha gente. Es tontería hacer un ejercicio que nos sepamos peor porque creamos que lo va a hacer menos gente, pues lo normal es que se nos corrija con una plantilla objetiva. En esta elección yo dedicaría entre cinco y diez minutos.

Ceñirse a la pregunta

Una vez elegidas las preguntas y los textos es fundamental ceñirse a la misma y al texto que estemos comentando. No nos cansaremos de insistir en este tema, pues como decía Marcos Marín, un error muy común es el de utilizar el texto del comentario para volcar la teoría que sabemos sobre la novela el autor o la época del texto del comentario. Este es un error muy importante a evitar. Ceñirse a la pregunta es clave. Hay poco tiempo y hay que aprovecharlo.

La importancia del reparto del tiempo

No quiero acabar la entrada de hoy sin insistir en la importancia de repartirnos el tiempo del ejercicio entre el tiempo de lectura y el de redacción de forma correcta.  Ya hemos dicho que el reparto del tiempo es fundamental en esta prueba. Si son dos horas, ¿cuánto tiempo dedico a leer y extraer datos? ¿Cuánto a redactar? Esta es la pregunta clave. Y la respuesta, que es individual, solo se aprende comentando una y otra vez. No hay otra manera de hacerlo. Repito: No hay otra manera de hacerlo. Nos tenemos que conocer. 

La cautela es nuestra gran aliada: la importancia de las correcciones

¿Y si no reconocemos texto o tenemos dudas? Esto es algo que nos puede pasar perfectamente. ¿Qué hacer? ¿Hundirnos? Ni mucho menos. Hay que ir a lo seguro, a lo que tenemos la certeza de que es correcto. La época, la variedad del español, el movimiento literario, el género discursivo… lo que sea en función del tipo de pregunta. Lo que jamás hay que hacer es arriesgarnos al error. Hay muchas maneras de fallar y solo una de acertar. Y el error puede costarnos muy caro hasta el punto de arruinar el ejercicio. Si aparece un texto de Galdós y decimos que es de El conde Lucanor, por ejemplo, va a importar poco lo que digamos después, porque el error se habrá comido el comentario. El error nos puede llevar al ridículo y por eso hay que escribir solo aquello de lo que estemos absolutamente convencidos.

La importancia de la presencia de ánimo

Finalmente, es fundamental en esta prueba mantener la presencia de ánimo. Con nervios se piensa peor, se lee peor, se escribe peor. Hay que buscar estar en tensión, con la mente activa buscando y encontrando los rasgos precisos, y siendo capaces de establecer las relaciones entre esos rasgos y nuestros conocimientos. Eso exige una cierta tensión, pero a la vez relajación para no bloquearnos y redactar con soltura y claridad. Como decimos tantas veces, esto no se puede improvisar, se adquiere con una buena preparacion poco a poco.

Nuestra mayor baza es que la mayor parte de las personas no prepara bien la prueba de comentario 

Es muy claro este apartado. Competimos contra muchas personas que no ha preparado bien la prueba porque no ha seguido alguno de los pasos que en esta serie he marcado. Hay solo una manera de hacer bien las cosas y muchas, infinitas, de hacerlas mal. Nuestra serenidad debe provenir precisamente de que la inmensa mayoría de las personas no prepara esta prueba. Y nosotros, sí. Y a conciencia.

La preparación de las oposiciones es decisiva

Y es que una buena preparación es decisiva. Ya hemos dicho que debemos hacer simulacros, vivir la tensión anticipadamente y, sobre todo, contar con personas que nos vayan corrigiendo exhaustivamente todas las posibilidades de errores que contienen nuestros ejercicios. Yo personalmente, soy muy exigente con mi equipo de trabajo precisamente por esto, porque sé que no basta con saberse un tema para corregir un comentario. El corrector ha de saberse todos los temas, porque el error del opositor puede ser teórico (por escribir y no dominar un concepto de otro tema que no es el directamente relacionado con el comentario) o práctico (por no hacer la técnica del comentario de forma correcta) o de comprensión y expresión. Y el buen corrector debe atender a informarle de todo para que pueda corregirlo. Yo, por esta razón, selecciono cuidadosamente a mi equipo.

¡A por la plaza!

Nosotros estamos bien preparados y vamos a ir a esa prueba con la mayor ilusión, sabiendo que es uno de los elementos en los que podemos decidir la plaza. Debemos pensar en que la mayor parte de las personas no prepara a conciencia esta prueba y nosotros sí. Así que vamos a ir con la mayor confianza, a leer, a reflexionar, a relacionar conceptos… y a disfrutar y brillar escribiendo. Porque también sabemos que cuando comprendemos el texto, extraemos los datos y armamos un buen comentario, es un enorme disfrute: es el placer de leer literatura en estado puro. Y esa es una de las razones de nuestra existencia. Convirtámoslo en nuestra forma de vida. ¡A por la plaza!

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