Tema 43. Pensamiento político y económico en el siglo XIX

Tema 43. Pensamiento político y económico en el siglo XIX

El padre de la Economía

Te recordamos que por aquí tenemos un montón de test para repasar todos los temas y unas cuantas películas que te pueden ayudar para estudiar o explicar el temario.

Seguimos con nuestra serie El personaje del tema, proponiendo un sencillo juego. ¿Eres capaz de identificar a nuestro personaje a partir de la imagen y de las pistas que te ofrecemos? ¿Crees que el personaje de este tema debería ser otro? Cuéntanoslo en Facebook.

Nuestro personaje de hoy es de obligado conocimiento para todo buen opositor que se precie. Está considerado como el padre del liberalismo económico y el principal autor de la escuela clásica. Su obra Investigación sobre la naturaleza y causas de las riquezas de las naciones (conocida simplemente como La riqueza de las naciones, 1776) puede considerarse el punto de partida de la Economía como ciencia.

Nuestro hombre nació en Escocia, cerca de Edimburgo, en 1723, en el seno de una familia con una buena posición, su padre era abogado y su madre hija de un terrateniente local. A pesar de haberse quedado huérfano de padre al poco de su nacimiento, pudo formarse graduándose en la Universidad de Glasgow y continuando sus estudios en la Universidad de Oxford.

Poco después de acabar sus estudios, comenzó a dar clases en la universidad, primero en Edimburgo y después en Glasgow, donde destacó rápidamente y alcanzó gran prestigio. En su obra Teoría de los sentimientos morales (1759) sentó las bases de su pensamiento, que después llevaría al ámbito de la economía.

En La riqueza de las naciones (1776) estableció los preceptos del liberalismo económico que, sin extendernos demasiado, podríamos resumir en la mano invisible y la autorregulación del mercado. Cuando un pequeño empresario se esfuerza en aumentar su ahorro, lo hace buscando su propio interés, pero, sin quererlo, está aumentando el capital disponible, lo que beneficia al país (es la mano invisible). En cuanto a la regulación, nuestro protagonista defendía que el Estado no debe intervenir en la economía, porque se regula sola gracias al mercado a través del equilibrio entre la oferta y la demanda, de manera que cada productor recibe una retribución a cambio del producto o servicio que ofrece, tratándose, por lo tanto, de un sistema justo que garantiza el orden y facilita el progreso de la sociedad.

Está claro, hablamos de Adam Smith (1723 – 1790).

Origen de la imagen.

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