Hoy es el día de Todos Los Santos y yo me acuerdo de mis seres queridos a los que ya no puedo abrazar.
La entrada de hoy en Opolengua es breve, sencilla y directa. Pretendemos dar un balón de oxígeno a todas las personas que sufren, se angustian y tienen miedo. Sufren porque se sacrifican a diario, se angustian por que no alcanzan nunca los objetivos marcados y tienen miedo porque no saben qué les deparará el futuro. Esa es la esencia del ser humano que vive la vida conscientemente y ese es el rasgo distintivo del buen opositor.
Y necesitamos muchas veces, todos los días, recordarnos por qué sufrimos, por qué nos angustiamos y por qué tenemos miedo. Y en esto desempeñan un papel muy relevante nuestros antepasados, las personas que hicieron posible que estemos aquí, las que nos impulsaron desde niños para llegar a ser lo que somos. Yo siempre digo que mi mejor profesor de Matemáticas fue mi abuelo. Y eso era porque de niño me ponía cuentas de sumas y restas y me felicitaba efusivamente tras cada acierto. Esa fue la base que me hizo comprender que los logros intelectuales tenían premio, un premio gigantesco, el amor de los seres queridos.
Cuando estamos estudiando las oposiciones estamos rindiendo un tributo a toda esa red familiar y de amistades que pusieron los cimientos y los primeros ladrillos del edificio de nuestra confianza, de nuestra constancia, de nuestra fe y de nuestro valor. De esas virtudes que son imprescindibles para el éxito de un opositor.
No olvidemos nunca que estudiamos por ellos, por cumplir sus sueños y por demostrarles que la confianza y el amor que depositaron en nosotros harán posible el milagro de que un día obtengamos nuestra plaza.
Y cuando nos sintamos flaquear, cuando veamos que las nubes oscurecen nuestro presente y amenazan nuestro futuro, recordemos siempre, siempre, siempre, que nunca caminaremos solos porque ellos siempre estarán a nuestro lado.
Un recuerdo emocionado para todos nuestros muertos y un saludo a quienes sufren a diario estudiando.