¿Por qué y cómo se puede afrontar con serenidad en las oposiciones la prueba de comentario? Adquirir la técnica del comentario.  (5)

¿Por qué y cómo se puede afrontar con serenidad en las oposiciones la prueba de comentario? Adquirir la técnica del comentario.  (5)

Puerto a la vista. Foto de Eduardo L.Prieto

Hoy ya es la quinta entrada de nuestra serie sobre la preparación de la prueba del comentario. En las entradas anteriores tratamos sobre el valor de la misma, la comprensión y expresión escrita, la necesidad de tener un buen temario para prepararla y la importancia de la técnica. Hoy vamos a insistir en este último punto.

¿Por qué no prepararse con libros de comentario?

Algunas personas se quieren formar por sí mismas. Compran libros de comentario de texto y los estudian. Si no tenemos otro remedio, es una opción. Pero yo no creo que sea la mejor. Los libros de comentario de texto tienen dos fallos. El primero e importante, que los comentarios que muestran no están adaptados a las oposiciones. Se trata de comentarios hechos en más tiempo del estipulado en las oposiciones y por tanto, tienen un grado de profundidad que en las oposiciones no se puede mantener y una longitud enorme. Un ejercicio de oposiciones realizado en dos horas no puede ocupar cinco páginas de un libro. Eso no tiene ningún sentido. 

El error común de las academias

En las academias, por norma general, se propone un texto. Los alumnos lo realizan en su casa y luego, lo corrigen en grupo. Una corrección en grupo sirve de poco, porque cada persona necesita que corrijan su ejercicio de forma completa y concreta. Si esa persona comete errores al citar, al razonar, al comentar, al introducir o concluir el comentario, no los va a solucionar así. Por pura lógica, el corrector de la academia va a ir escuchando fragmentos de los textos realizados por los opositores y va a realizar correcciones parciales de los mismos comentando de manera superficial sus aciertos o errores. Finalmente, desarrollará su propio comentario como solución al texto planteado. Un comentario que, tal y como yo he visto, en muchos casos es igual que el de los libros de comentario: excesivamente largo. Por tanto, esa no es la preparación que nos interesa. Hay problemas para todos en las academias. Si sabemos poco, puede que el nivel sea demasiado alto y la gente se queje de que planteemos nuestras dudas o nos dé vergüenza hacerlo. Si ya sabemos, tendremos miedo de que los demás, que al final son nuestros oponentes, aprendan de nosotros.

La preparación del comentario debe ser individualizada y exhaustiva

Cada persona tiene sus características, sus conocimientos, sus puntos fuertes y sus puntos débiles. Todo eso lo vamos a ver si comentamos de forma completa sus comentarios y le vamos ayudando a potenciar sus aciertos y a superar sus errores. Y eso exige que nos ayude una persona que escriba y lea bien, que se sepa el temario y que domine la técnica del comentario. Y, sobre todo, que sea capaz de guiarnos en el aprendizaje. Eso solo se puede conseguir individualizadamente, porque cada persona parte de un bagaje distinto y ha de seguir un recorrido diferente. Y el buen preparador ha de conocer a quien prepara, partir de su nivel e ir adiestrándolo poco a poco en la técnica.

Necesitamos un preparador

Para aprender y dominar la técnica, por tanto, vamos a necesitar una persona que nos la enseñe y nos guíe. Yo aprendí gracias a mi maestro Jesús Felipe Martínez Sánchez, que en paz descanse, que me corregía mis comentarios iniciales. Le visitaba en su casa de la calle Arrieta y me sentaba frente a él en su mesa de despacho. Yo le iba leyendo el comentario y él me iba interrumpiendo, comentando lo que estaba bien, lo que estaba mal y lo que podría haber escrito (pues se me había pasado un rasgo importante o no habái sido capaz de desarrollar bien un aspecto temático o formal). Yo aprendía mucho de cada corrección, porque se me corregía a mí y se me mostraban mis errores y limitaciones (lo que me daba pie a irlas superando). Fueron tardes y tardes que yo recuerdo con enorme cariño y agradecimiento. Luego, nos íbamos a tomar unas cervezas y a charlar de literatura, de política y de fútbol. 

La preparación de Opohispania

De esa experiencia como opositor extraje las lecciones esenciales como preparador. Y así, desde que empecé con mis grupos presenciales, yo corregía durante la semana los ejercicios de forma individualizada y exhaustiva, párrafo a párrafo. Y luego aportaba mi propia solución, realizada en el mismo tiempo del que disponía el opositor. Luego, respondía las dudas también de forma individualizada. Ese es el mismo método que luego aplicamos en Opohispania. Y que ahora, me ayuda en la tarea un equipo de personas que tienen experiencia en los tribunales y que saben más que yo.

La preparación nos aporta seguridad

Necesitamos alguien que nos corrija para ir por el buen camino y además tener la confianza (cuestión imprescindible en las oposiciones) de que lo estamos haciendo bien. Al día D no se puede ir con dudas que nos estallen ese día. Necesitamos alguien que nos las haya resuelto con antelación. Esa seguridad se convierte en oro el día D, pues va a diferenciar a un opositor angustiado y temeroso de escribir o bloqueado de otro que aunque el texto sea muy difícil tiene ya experiencia para lidiar con él y salir adelante. El primero sacará un 1 o un 2, el segundo no sacará un 10, pero en donde muchos se hundirán, él tendrá un 6 o un 7. ¿Poca nota? No, si eres el número uno del tribunal. Yo saqué mi plaza con un 7 y pico en el comentario. Le sacaba dos puntos al segundo. Aprobaron una docena de trescientos.

El camino a la plaza no tiene atajos

Este es el camino a la plaza. No tiene atajos, es largo y tortuoso. Pero a la vez nos permite crecer como personas y nos permite comprender la literatura y su funcionamiento interno. Nos estamos formando y estamos preparando nuestro futuro. Es un camino largo, pero tiene un premio seguro al final del camino: la plaza. Porque mientras otras personas pueden perder meses y años sin saber cuál es la manera de prepararse y chocando año tras año con el suspenso en la prueba del comentario, tú vas lentamente, con firmeza, caminando hacia la plaza. Porque mientras otras personas van a naufragar en el comentario, tú vas a vivir la experiencia con más calma y vas a salir con bien de ella hasta alcanzar la plaza. ¡Vamos a por ella!

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