La ventaja de la insistencia (o por qué el mejor opositor no es el que aprueba sino el que insiste)

La ventaja de la insistencia (o por qué el mejor opositor no es el que aprueba sino el que insiste)

Una de las grandes paradojas del actual sistema de oposición nos viene dado ante la posibilidad de que dos opositores de diferentes tribunales obtengan resultados similares, pero solo uno de ellos logre la plaza. Esta curiosa circunstancia se produce debido al sistema de reparto en la asignación de plazas por tribunales. De esta forma la administración adjudica las plazas en proporción al número aspirantes por tribunal. Si un tribunal tiene el día del examen 98 opositores, este tendrá más plazas asignadas que uno en el que solo se presenten 58 aspirantes. A mayor número de aspirantes, mayor número de plazas asignadas. Debido a este sistema se dan todos los años muchas situaciones en las que opositores con notas altas no logran plaza, mientras otros de notas más mediocres sí que lo consiguen. Esto se debe por una doble circunstancia. De un lado el reparto del que venimos hablando, y del otro la disparidad de criterios. En este sistema, el tribunal es la unidad de valoración básica y de este dependen las notas del opositor en un 60%. Unos tribunales a menudo optan por valorar de forma “alegre” sus pruebas mientras otros prefieren ser más rigurosos y exigentes en los suyos.

Con este panorama nos encontramos a menudo con muchas situaciones que, vistas desde fuera, pueden parecer paradójicas e injustas. Pero estas casuísticas forman parte del propio sistema. El aspirante acepta de forma implícita este sistema de valoración y debe comprender que esas son las reglas del juego. Este método unas veces se vuelve en nuestra contra y otras en nuestro favor. Y ahí es donde el opositor debe incidir. Si conocemos el sistema de acceso lo suficiente debemos trabajar para que sus dinámicas nos ayuden a progresar. Por esa razón que un aspirante quede fuera del reparto de plazas en una convocatoria no significa que se haya fracasado.

En tales circunstancias el sistema nos ha abierto una nueva oportunidad en la que partimos de un punto más aventajado que el anterior. Tenemos que pensar en tres factores clave que la repetición nos otorga:
a) El bagaje acumulado. Somos ahora mejores que al principio porque hemos preparado temas y prácticas, porque hemos trabajado duro y ahora sabemos qué es lo que hay que hacer para lograr nuestro objetivo.
b) Conocemos el sistema. Ahora no caben sorpresas, se como es el examen, se lo que se siente en los momentos de más presión y se cómo debo y no debo comportarme. Y eso me hace mejor aspirante.
c) Se ha abierto la puerta de la experiencia docente. Si obtuve una calificación apta, es probable que ahora pueda aspirar a una interinidad. En ese caso puedo completar el apartado de méritos en la categoría de experiencia previa.

Por todo ello, los rivales más duros cuando uno afronta el proceso selectivo no son los aspirantes que acaban de llegar, sino los aspirantes que, siendo sus segundas o terceras oposiciones, ahora tienen la experiencia, los méritos, y el saber hacer para obtener mejores resultados en el proceso selectivo. Al final, el premio llega de una u otra forma. Está en tus manos insistir.

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