Como todos sabemos, las oposiciones docentes suponen para el opositor preparar diferentes facetas: temario, ejercicio práctico y programación. Y muchas veces nos cuesta mucho trabajo decidir cuánto tiempo y esfuerzo dedicar a cada una de estas facetas y no sabemos concretamente cuántas horas de estudio invertir en cada una de ellas. Este es el motivo que me ha llevado a publicar esta entrada: intentar ayudar a seleccionar dónde poner ese acento.
Lo primero es hacer una evaluación de nuestra situación como opositores
Ya hemos dicho que hay tres facetas, así que lo primero, antes de decidir donde volcar los esfuerzos es evaluarnos o conseguir a alguien externo fiable y riguroso que nos oriente acerca de dónde están nuestros puntos fuertes y cuáles son los débiles.
Lo fundamental y la base: el temario.
Lo primero y fundamental, el temario. Al fin y al cabo si no nos sabemos los temas, no podemos empezar ni contestar los comentarios… Así que el temario es siempre la base. Siempre. ¿Cuántos temas llevamos? ¿Solo dos? Pues está claro que es un punto débil. ¿Sesenta? Pues es un punto fuerte. Lo ideal es llevar todo el temario (y yo no paré hasta que lo conseguí, tres años después de iniciar el estudio) pero hay veces que lo máximo posible todavía está lejos del ideal. En todo caso, creo que menos de 24 temas, la tercera parte del temario, es un punto claramente débil. Si ya llevamos 24 temas, podemos plantearnos otras metas.
El dominio del ejercicio práctico es imprescindible para pasar la criba.
Lo segundo, los comentarios o ejercicios prácticos. Hay que intentar llegar a junio con esos 24 temas y con los comentarios medianamente dominados (ay, nunca sabremos suficiente). Debemos enterarnos cuáles son los comentarios más usuales que caen en las convocatorias y enfrentarnos a ellos. Si tenemos quien nos los corrija (siempre alguien sincero, riguroso y fiable), pues perfecto; si no es así, podemos acudir a libros u obras con comentarios resueltos. Nunca será igual, pero al menos tendremos una orientación y sabremos si vamos bien. Si se da el caso de que cuando hacemos los comentarios, vemos que acertamos con las soluciones o que quien nos corrige nos dice que los hacemos bien en todas sus variantes, no debemos hacer más que una labor de mantenimiento. Al fin y al cabo, la prueba práctica consiste en el dominio de varias técnicas y una vez adquiridas ya no se olvidan. Y por otro lado es imposible hacer un comentario preventivo (uno lingüístico y literario) de todas las obras que nos puedan caer (que son casi infinitas), por lo que es mucho más rentable leer obras literarias con un buen plan de lectura y estudiar que seguir haciéndolos. Yo, gracias a mi difunto amigo Jesús Martínez Sánchez, tuve un corrector fiable. Quedaba con él cada seis o siete semanas y le llevaba un comentario de un texto elegido por mí. Como vi que siempre me decía que estaban bien, decidí centrarme en estudiar más y más temas hasta llevar el temario completo y luego, en leer obras y más obras hasta tener un dominio bastante completo de las obras de muchos temas (el 64, 65, 66 y el 70, por ejemplo). Es decir, realicé una labor de mantenimiento en el comentario y mejoré esta faceta sabiéndome mejor los temas y conociendo más obras. Invertí en comentarios sin hacer demasiados. Y creo que hice lo correcto.
La programación es la guinda del pastel
Lo tercero, la programación. Hay que dedicar un tiempo obligatorio para disñarla. No cabe otra. Nos puede gustar más o menos, pero es así. Y también hay que hacer las unidades didácticas. No hay otra. Como decimos siempre en Opolengua, la defensa y exposición oral es un tema que nos va a caer seguro, así que hay que prepararlo concienzudamente. Pero como también decimos siempre en Opohispania, una vez que la tenemos y nos sabemos el discurso de defensa y lo hacemos bien (lo que nos llevará a exponer oralmente unas cuantas veces), no debemos hacer más que un repaso periódico de esta faceta. Y así poder dedicar tiempo a afilar nuestra espada en otros aspectos.
Alcanzar unos mínimos es la meta
Es decir, lo fundamental es llegar a unos mínimos en las tres facetas (24 temas, técnicas básicas de comentario y programación y unidades). Una vez adquiridas estas facetas, estudiar más temas y leer todo lo que se pueda con un buen plan de lectura. Eso es lo que yo hice y me fue fenomenal. En todo este proceso debemos intentar, como siempre decimos, disfrutar. Y eso se hace dándonos cuenta de nuestro crecimiento como personas. La oposición es un viaje hacia nosotros mismos, hacia nuestras carencias y nuestras fortalezas, hacia el esfuerzo, la tenacidad y la libertad. Que todos encontremos lo mejor de nosotros mismos.
Saludos y ánimo.