En Cataluña se presentaron al examen cinco personas preparadas por nosotros. Todas han obtenido plaza. 100%. Y hoy traemos al blog una deliciosa entrevista a una de ellas, Yolanda Rodríguez Gotor, quien ya nos contó parte de su aventura personal. Le hemos hecho una deliciosa entrevista que demuestra que el amor por la lectura, las ansias de superarse, el compromiso con los demás y la alegría son virtudes que hacen de la Tierra un lugar mucho mejor y más humano. Yo me he emocionado al leerla porque la refleja realmente como es: alegre, espontánea, apasionada y una magnífica persona. En Opolengua estamos muy orgullosos de haberle ayudado a conseguir su sueño. ¡Enhorabuena!
¿Quién eres? ¿Por qué decidiste ser profesora y opositar?
Mis padres me pusieron de nombre Yolanda, Yolanda Rodríguez Gotor. Un nombre común para una persona, que desde hace años decidió adquirir la gran responsabilidad de intentar hacer un mundo mejor por medio de la educación, intentando desarrollar mi carrera en la mal nombrada “escuela de segunda oportunidad”, la escuela de adultos, aunque en realidad para muchos de mis estudiantes, es el primer sitio donde se les ha escuchado.
Aunque vivo en Barcelona, nací en Madrid. Mis profesoras de EGB decidieron que no era buena para estudiar y lo mejor era hacer una F.P, sitio donde solíamos ir los malos estudiantes, cosa que he podido demostrar que era no cierta, ya que después de F.P. estudié Filología Inglesa, el Grado de Magisterio y algún que otro idioma como catalán, rumano, francés, italiano y ahora dándolo todo para aprender coreano, aparte de no sé cuántos cursos, cursillos y talleres. (En estas tierras, me suelen decir cuando empiezo a hablar sobre estas cosillas: “Déu n’hi do”, ¡Ahí es nada!).
¡Ah, y como no, una oposición! La oposición de Lengua castellana y literatura en Cataluña.
¿Cuántos años has estudiado y en qué condiciones?
Si me preguntáis cuando empecé a prepárame* las oposiciones, casi no me acuerdo. Como no sabía catalán y el amor había llamado a mi puerta, pensé que lo mejor para entrar en la lista de interinos era hacer el examen en Zaragoza. Gracias a unos amigos que me apoyaron en este primer momento, me presenté con una programación irrisoria, unas fotocopias mal hechas, sin encuadernar y con unos pocos temas estudiados. Pero ahí estaba yo, sintiéndome la más pringada del mundo, tan solo para entrar en listas. ¡Claro, fue un descalabro! y eso que me supe uno de los dos temas que cayeron el examen, el tema 55: La generación perdida: S. Fitzgerald, J. Steinbeck y E. Hemingway. La narrativa de W. Faulkner, tema que me ha perseguido en todas las oposiciones a las que me he presentado de inglés. ¡Esto sí que era una llamada! ¿Suerte? No sé, pero siempre lo llevaba preparado por si acaso.
Sin haber pisado un aula como profesora, habiendo desarrollado mí vida profesional en varias empresas importantes, me tomé en serio lo de las opos y me apunté a una academia. El primer día la profesora me preguntó que en qué colegio daba clases, le dije que en ninguno y me dijo que qué era lo que esperaba. Vamos, ¡el mejor comentario para no olvidarlo nunca! y sobre todo cuando le dije que quería entrar en adultos, eso ya la descolocó. Pero para mí fue la chispa que me incentivó para luchar por la plaza. No lo conseguí, pero sí entré de interina en una escuela de adultos.
¿Qué ha sido lo más duro que has tenido que superar para llegar al objetivo?
La decisión más dura, no ha sido estudiar, sino tomarse en serio lo de hacer unas oposiciones cuando tienes una hija de cinco años y sabes que vas a perderte muchas cosas. Lo mejor, que mi marido me ha apoyado en todo momento. Que mis padres, mi suegra, mi hermana y mis cuñados me han hecho de niñeros para rascar unos minutos, horas, días al reloj derretido que no deja de marcar su tic-tac y te va consumiendo, incrementando tus miedos e incertidumbres.
Hacer el gran salto de tu especialidad a otra, lo hace aún más difícil. Tener que estudiar todo un temario nuevo, aunque en adultos al ser de comunicación, impartimos clases en tres lenguas: castellano, catalán e inglés. Todo esto, hace que te lo pienses muchísimo, aunque mi camino fue allanado gracias a mi gran amor por la literatura española, cuando desde las estanterías de mi casa el libro Insolación de Carmen Laforet, me abrió una ventana a un mundo tan maravilloso cuando tenía 14 años.
Sacar las horas donde no las hay, casi no dormir, pensar que no llegas, que tu esfuerzo puede ser no recompensado, que casi todo es nuevo, que la pandemia ha golpeado a mí alrededor a muchos seres queridos y diversos fallecimientos en los últimos meses por el cáncer. Que el tiempo se alargaba, que no había final, que…
¿Qué ha sido lo más bonito e importante que has aprendido como lección de vida en este proceso?
Durante este periodo vas aprendiendo cosas, como que hay mucha gente apoyándote, que entienden tu situación y la desesperación, el mal humor, que te escuchan y que si no apruebas también estarán apoyándote, dándote ánimos… Y sobre todo me ayudaron mis compañeros y mis alumnos (los que vinieron en patera sin maleta, los que dejaron los estudios a medias, los que tienen situaciones familiares complicadas, los que son felices al verte en clase…) los de antes y los de ahora. Han sido mi fuerza para continuar, porque seguir su ejemplo de lucha y superación te hace crecer como persona y no solo eres su profesor, sino su consejera, amiga, madre, psicóloga, couching, y ¡además de todo esto, aprenden! y te muestran un gran cariño.
¿En qué sentido te ha ayudado la preparación con Opolengua?
Pero todo esto no hubiera sido posible si no hubiera tenido a Eduardo a mi lado. Le hice una primera llamada con miles de dudas, ¡una hora hablando!
Por las noches, me dormía escuchando sus videos y su voz me llenaba de paz y tranquilidad, excepto cuando explicaba la métrica, video que no recomiendo para dormir. ¡Era como si le fuera infiel a mi marido!
Cuando le escribía contando todo lo que me pasaba, siempre leía sus palabras de apoyo y ánimo. Le sentía muy cerca y más que un preparador le considero un amigo, de los que se pueden contar con la mano.
¿Animarías a la gente a opositar y a luchar por sus sueños?
Es duro, no os voy a engañar. Es difícil. Es una lucha contra corriente y la vida no nos lo pone fácil. Miles de caídas pero ¡vuelta a levantar!
Ahora que tengo mi aprobado y voy a entrar en el mundo del funcionariado, parece que el día ha esclarecido. Y ¿después de esto qué? Pues a seguir soñando, pero ahora con la tranquilidad de poder ejercer en el mundo que me gusta y al que estaba predestinada como profesora. O tal vez no, pero eso lo deberán de responder mis alumnos ; )